Entre fantasías y realidades

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miércoles, 20 de mayo de 2020

Primavera truncada

Tras las heladas, las noches interminables y el tímido sol al que el gélido viento hace empalidecer todavía más; llega la dulce lluvia, la suave brisa que revuelve el cabello sin cuartear la piel y el sol que poco a poco va despertando, lentamente, como desperezándose de un largo sueño al principio y valiente, ganándole minutos y hasta horas a la noche según nos adentramos en la nueva estación.

Pero algo ha pasado este año: Una amenaza invisible ha dejado las calles casi vacías a pesar del clima invitando a los paseos, los parques cerrados sin apenas chillidos infantiles disfrutando de los rayos de este sol renacido. No se ve pero flota en el aire, no se ve pero nos ha dejado con una PRIMAVERA TRUNCADA.
Estamos en guerra, una guerra implacable, oculta a simple vista. Una guerra que dura ya algo más de dos meses. Dos meses que a los soldados rasos que aguantan en primera línea se les antojan ya 20 años. Muchos han recibido severas heridas en alguna de las incontables batallas que llevan libradas, algunos incluso han perdido la vida ante este nuevo y casi desconocido enemigo.

Porque sí, lo que nos mantiene encerrados y atemorizados no es una gran potencia armamentística más que conocida apuntándonos desde la distancia. Esta no es una guerra de trincheras y bombardeos, esta guerra se combate en los hospitales, los ambulatorios y los consultorios médicos. Sufriendo la escasez de medios consecuencia de las prisas. Porque esta guerra no es fruto de años de rencores entre dirigentes vengativos que dan margen a la preparación. No, este enemigo apenas dio avisos antes de hacerse imparable (o, al menos, no el tipo de avisos a los que estamos acostumbrados).

Y cuando todo esto termine, estos nuevos veteranos, como los de antaño, tendrán un brillo distintivo en los ojos, el brillo de quien ha visto demasiado y ha llorado demasiado y, aunque parezcan indemnes, aunque ninguna cicatriz se aprecie en su piel, estarán rotos, su alma llena de heridas difíciles de curar. No nos olvidemos entonces de ellos y ellas que, si ahora nos necesitan; mucho más nos necesitarán en el futuro. Y ahí deberemos estar, cubriéndoles las espaldas, ayudándoles a levantar, a no caer o cuidándoles cuando hayan caído y no puedan levantarse. No todas las tragedias se miden en litros de sangre regando el suelo y la situación actual nos está enseñando esta importante y dura lección.

Los recientes acontecimientos también han dejado de manifiesto las fortalezas y debilidades de cada país y sus gobernantes en cuanto a liderazgo, capacidad de reacción y adaptación, eficacia y eficiencia en la resolución de problemas y coordinación general.
Si algo vamos a sacar en claro de esta anómala estación es que todos somos humanos, todos nos equivocamos, pero pocos admitimos y admitiremos nuestros errores. Siempre habrá quienes se crean dioses, perfectos en sus decisiones, actos y palabras; y actuarán como tales. En nuestras manos está bajarles de su Olimpo y enfrentar a la realidad a los que hayan "huido" de ella.

Aun con todo, recordad, es primavera. La estación de los comienzos, del esplendor de la naturaleza y de la esperanza. Esperanza en que todo pasará, en que el sol seguirá brillando y alimentando este maravilloso mundo que habitamos.





PD: Mi intención inicial era que este relato no tuviera que ser tan serio. Pero las circunstancias son las que son, y no podía hacer como si nada estuviera pasando y escribir sobre una primavera idílica con todo el mundo respirando la libertad del buen tiempo. Espero que aún así os haya gustado.
¡Nos leemos!

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