Entre fantasías y realidades

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martes, 18 de febrero de 2020

Hasta que llegue la primavera

Un día más que comienza bajo cero; un día más en el que cuesta ver el sol antes de que se ponga, demasiado pronto. Un día más de invierno.

Los dedos helados, el dolor de oídos por el frío, los catarros, las contracturas por ir encogidos... La niebla, el hielo, las pocas horas de sol que no calienta, los termómetros a los que les cuesta subir de 5ºC positivos... Todo eso es el invierno. Y es horrible. ¿A quién le podría gustar una estación en la que todo parece muerto?¿Una en la que no ves un alma vayas donde vayas?
A no ser que ese lugar que visites sea una cafetería, una pista de esquí, un teatro o cine...

¿De verdad es tan malo el invierno?
Dejando de lado que la percepción de frío molesto es subjetiva y distinta para cada uno de nosotros; el invierno es mucho más que mal tiempo y vidas detenidas hasta que llegue la primavera (con el paréntesis de actividad frenética durante y alrededor de Navidad).

Aunque no lo parezca, no toda la naturaleza duerme durante el invierno. Algunos animales migran consiguiendo que zonas que de otra manera parecerían muertas, bullan de vida y color.
Eso sin contar las plantas perennes, las especies que prefieren el frío para crecer y florecer y, por último, las semillas que necesitan sentir los pinchazos del frío intenso para poder germinar.
   
   


Grullas pasando el invierno en España
Y eso a la gente de ciudad, ¿qué le importa?
Bueno, siempre hay algo que hacer en invierno. ¿Enseguida oscurece y no se puede disfrutar de paseos o actividades sociales en la calle o terrazas? Siguiendo la sabiduría de civilizaciones ya desaparecidas que ocuparon este territorio mucho antes que nosotros; el invierno es momento de introspección, de aprender a estar con uno mismo y con aquellos que nos rodean de forma muy cercana.
El invierno es el momento del año perfecto para ponerte al día con esa serie que nunca tienes tiempo de ver, para practicar esa afición en la que tu agitada vida social te impedía concentrarte; para disfrutar de una tarde de manta y conversación y muchas cosas más... Sólo hay que echarle imaginación.
Si las series o películas no te llaman, las manualidades requieren una destreza manual de la que careces y practicar música te puede acarrear una denuncia de tus vecinos por maltrato a instrumentos y/o canciones muy queridas... Aún te queda la lectura. Seguro que tu biblioteca más cercana guarda tesoros esperando a ser encontrados. Hay tal variedad de temas, formatos y estilos que seguro que alguno te roba el corazón y consigue que esas tardes grises y monótonas dejen de ser tan tristes.
Por último, para los más glotones también tengo buenas noticias. Frutas como las naranjas y mandarinas os ayudarán a bajar todos los excesos y comilonas típicas de las fiestas invernales dejándoos, de paso, un dulce sabor de boca. Unas buenas castañas asadas son el acompañamiento perfecto para cualquier tarde de sofá y manta.

Con esto solo quiero mostrar que no hay malas o buenas estaciones, hay un mal entendimiento de ellas.

Firmado: Una friolera de manual que añora el verano.

PD: Espero que os haya gustado. ¡Nos leemos!

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